La Dirección o Administración del Sistema
Según Churchman (1987) y Johansen (2013), la dirección de un sistema, es el subsistema encargado de gobernar la totalidad mediante la planificación estratégica, asignación de recursos y control adaptativo. No se limita a un órgano jerárquico, sino que opera como un mecanismo de retroalimentación continua que integra objetivos, medio ambiente y componentes.
Funciones Esenciales
Siguiendo a Churchman (1987), mencionado en Johansen (2013), las funciones esenciales de la dirección son:
Función | Explicación |
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Planificación | Diseño de estrategias que se ajustan dinámicamente a cambios internos/externos (ejemplo: actualizaciones de algoritmos en plataformas de streaming según preferencias de usuarios). |
Asignación de recursos | Distribución flexible entre subsistemas, priorizando según impacto en objetivos globales (ejemplo: presupuestos ágiles en startups tecnológicas). |
Control | Monitoreo mediante indicadores clave (KPIs) y corrección de desviaciones (ejemplo: sistemas de IA para detectar fallos en cadenas de suministro). |
Errores Comunes en la Administración Sistémica
Error | Explicación |
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Enfoque en control coercitivo | Imponer métricas rígidas de productividad en equipos remotos, ignorando variables como fatiga digital o contexto cultural (ejemplo: empresas que miden "horas activas" en lugar de resultados). |
Ignorar la velocidad de retroalimentación | En criptomonedas, fallas en actualizar protocolos de seguridad ante nuevos tipos de ataques (ej: hackeos a wallets descentralizadas). |
La dirección efectiva en sistemas complejos exige abandonar modelos jerárquicos estáticos. Según Johansen (2013), debe operar como un sistema nervioso adaptativo, donde la toma de decisiones se descentraliza pero se coordina mediante flujos de información críticos. En entornos VUCA (Volátiles, Inciertos, Complejos, Ambiguos), como fintechs o smart cities, la administración óptima equilibra automatización con juicio humano estratégico.